EL CEREBRO EMOCIONAL Parte III: Los procesos cerebrales de la emoción

Emociones

En los artículos anteriores te hablé acerca de qué eran las emociones, la diferencia entre emociones y sentimientos y cómo podíamos clasificarlas, pero sin profundizar demasiado en los procesos cerebrales físicos y biológicos que se suceden cuando se genera una emoción.

La psicología y las ciencias en general transforman las observaciones cotidianas en hechos comprobables a través de los experimentos aplicando el método científico que, como sabes, sigue la siguiente secuencia:

  1. Observación
  2. Investigación
  3. Formulación de hipótesis
  4. Demostración o refutación (Experimentación y mediciones que validen la hipótesis)
  5. Elaboración de la tesis

Si los experimentos arrojan los mismos resultados sin ser afectados por las diferentes variables que pueden influir en los mismos, es decir, que siguen el principio de reproducibilidad, se puede concluir que la hipótesis es válida y si no es así, la hipótesis se reformula o se desecha.

De esta forma, la psicología clásica observa los comportamientos humanos y analiza cómo y en qué circunstancias se producen y cuáles son sus motivaciones. Estudia a distintos sujetos, y si ve que ante estímulos similares se producen comportamientos similares, saca sus conclusiones.

Sin embargo, como en el comportamiento humano existe una cantidad infinita de variables que lo influyen, en muchos casos, las observaciones causa-efecto no son suficientes para determinar su validez. Por esta razón, en este post vamos a estudiar las emociones como funciones biológicas del sistema nervioso y no sólo como estados psicológicos independientes de los mecanismos cerebrales.

joseph_ledoux

Joseph LeDoux

Y para hablarte de la biología y la fisiología de las emociones voy a recurrir a uno de los mayores investigadores en este campo en la actualidad, que es el neurocientífico americano Joseph LeDoux, quien en su libro “El Cerebro Emocional” explica en detalle la investigación que le ocupó una gran parte de su vida.

El interés de LeDoux por las emociones surgió a mediados de los setenta, cuando hacía su tesis doctoral con Mike Gazzaniga, estudiando a pacientes con los hemisferios cerebrales divididos.

Para esa época, las emociones habían sido objeto de estudio para diversos investigadores, pero no gozaba de un interés generalizado para la comunidad científica.

Uno de ellos fue William James, el padre de la psicología americana, quien a finales del siglo XIX se atrevió a cuestionar:

¿lloramos porque estamos tristes o estamos tristes porque lloramos?”

¿Por qué crees que James planteó esta pregunta hace más de cien años atrás?

William James había observado que todas las emociones tienen una manifestación física en el organismo, hoy sabemos que estas respuestas son generadas por la activación de de dos mecanismos principales:

  • El SNA (sistema nervioso autónomo), que como consecuencia de la generación de hormonas y neurotransmisores específicos, afecta a nuestra respiración, circulación de la sangre y otra serie de respuestas biológicas.
  • Las conductas instintivas, propias de cada especie, que producen respuestas, como pueden ser: el llanto, el ataque, la huida, etc.

Estas respuestas se producen como reacción al estímulo emocional mucho antes de que seamos, incluso, conscientes de la propia emoción que estamos sintiendo. Por esta razón, la pregunta de James tenía mucho sentido.

Como recordarás, en el primer artículo de la serie sobre el cerebro emocional, El Cerebro Emocional: Parte I, definimos la diferencia entre emoción y sentimiento, diciendo que la emoción era la respuesta biológica ante un estímulo significativo para nuestra supervivencia y el sentimiento era la interpretación consciente de dicha emoción. En ese mismo post ya te mencioné a Joseph LeDoux y lo que él denominaba el camino corto y el camino largo de los estímulos. Pues, en este post te voy a contar como desarrolló su teoría.

Importante: Antes de leer el desarrollo del experimento, te anticipo que puede ser algo complicado de entender a la primera lectura, por eso te animo a leerlo con detenimiento las veces que sea necesario para comprenderlo, ya que su comprensión te resultará fascinante. Y, si así y todo tienes dudas, puedes plantearlas en la sección de comentarios del artículo y te aclararé todo aquello que esté en mi mano hacerlo.

Para profundizar en el conocimiento de cómo funcionan las emociones, el desafío de LeDoux consistió en estudiar el circuito cerebral que recorre un estímulo emocional desde que es percibido hasta el momento en que somos conscientes de lo que estamos sintiendo y su secuencia.

Para ello eligió estudiar una emoción en particular que fue el miedo.

¿Por qué eligió el miedo?

Porque el miedo es una emoción que se expresa de forma muy similar tanto en el hombre como en muchos otros animales y por lo tanto se podía estudiar biológicamente con prácticas que no era posible realizar en seres humanos.

La Investigación

LeDoux comenzó su experimento creando un estímulo condicionado, mediante asociar un sonido a una pequeña descarga eléctrica que aplicaría a una rata, por lo que, cuando la rata oyera el sonido, al haber aprendido que seguidamente recibiría una descarga, experimentaría respuestas asociadas al miedo antes de recibirla. Mientras tanto, monitorizaría la presión sanguínea de la rata y observaría su comportamiento.

De acuerdo con el conocimiento existente, LeDoux sabía que el circuito que recorrería el estímulo comenzaría en el oído, pasaría por el tálamo y terminaría en la corteza auditiva y, asimismo, sabía también que la amígdala estaba involucrada en la respuesta emocional porque ya se había demostrado que una lesión en la amígdala inhibía la respuesta del miedo.

Por lo tanto, su objetivo era descubrir: Cómo era ese camino, qué secuencia seguiría y, en especial, en qué momento de ese recorrido se producía la respuesta emocional.

Para comprobar si la respuesta al miedo se producía solo después de que el estímulo llegara al neocortex, LeDoux cortó el paso de información en la última vía que lleva a la corteza auditiva y, para su asombro, observó que esta lesión no interrumpió las respuestas de inmovilidad y de aumento de la presión sanguínea, respuestas asociadas al miedo en la rata: Por lo que, pudo comprobar que las respuestas del miedo se manifestaban antes de que la rata percibiera el sonido de forma consciente.

El segundo paso, fue lesionar el eslabón anterior al tálamo auditivo. En este caso, la lesión sí interrumpió las respuestas al miedo, por lo que el tálamo sí estaba involucrado en la respuesta emocional. Pero, si la corteza no era determinante en las respuestas del miedo, una vez que la información del estímulo se integraba en el tálamo, ¿hacia dónde se dirigía para provocar la respuesta?

En aquella época, las técnicas de neuroimagen todavía no estaban desarrolladas como las conocemos hoy día, por lo que, para descubrirlo, decidió utilizar una técnica que permite localizar las vías cerebrales mediante inyectar en los cuerpos celulares una sustancia, llamada sustancia de rastreo, que es transportada a través del axón y traspasada a otras neuronas, mediante los nuerotransmisores, durante la sinapsis. La sustancia de rastreo que utilizó fue la peroxidasa de rábano, una sustancia que reacciona con un aditivo tiñendo su rastró con motas de color naranja visibles al microscopio.

Mediante esta técnica, además de la proyección hacia la corteza auditiva, LeDoux descubrió que la información se proyectaba en paralelo hacia otras cuatro zonas subcorticales (por debajo de la corteza cerebral) teñidas por las vías que procedían del tálamo. Para continuar su investigación, procedió a cortar estas vías, una a una, y descubrió que una sola de ellas interrumpía las respuestas del miedo y esa era la que se dirigía al núcleo amigdalino. Por lo tanto, volvió a estudiar el rastro de la peroxidasa en las vías que salen del núcleo amigdalino, descubriendo que del núcleo amigdalino salían señales hacia las siguientes zonas cerebrales:

  • SGC: La sustancia gris central o periacueductal: donde se provoca la conducta de parálisis
  • HL: El hipotálamo lateral: que produce el aumento de la presión sanguínea
  • HPV: El hipotálamo paraventricular que da la orden a las glándulas suprarrenales para generar hormonas del estrés (especialmente cortisol)
  • RPC: El retículo-pontis caudalis, donde se producen los reflejos de alarma como la dilatación de las pupilas y la apertura mayor de los ojos.

Este descubrimiento era fascinante porque no sólo sugería que existían, al menos dos caminos por donde circulaba la información del estímulo, sino que, además, tanto las respuestas emocionales como el aprendizaje emocional no dependían de mecanismos cerebrales superiores como el razonamiento y la consciencia, sino que se encuentran por debajo de estos.

De esta forma, comprobó que la información desde el tálamo se distribuía en distintas direcciones, una de ellas era hacia la corteza auditiva a la que llamó el camino largo porque la información tardaba más en llegar a la corteza cerebral que lo que tardaba en llegar a los centros de evaluación emocionales, en este caso la amígdala, por lo que, a esta última vía la denominó el camino corto.

El Camino Corto y El Camino Largo

Ahora, la pregunta que surgía era, si la respuesta emocional se producía sin la intervención de la corteza, ¿qué papel desempeñaba la cognición en el proceso emocional, si acaso desempeñaba alguno?

La investigación continuó y en experimentos posteriores se sometió a animales, en lugar de a una, a dos señales acústicas prácticamente iguales, pero una sola de ellas asociada a una descarga eléctrica. En condiciones normales, los animales, con el tiempo, eran capaces de distinguir la señal que sí representaba un estímulo condicionado con respuestas de miedo y la que no, produciendo respuestas de miedo solo ante la señal que conllevaba la descarga eléctrica. Sin embargo, si se les cortaba el paso de información a la corteza, como el primer paso que LeDoux había hecho con el primer experimento, dejaban de discriminar entre ambas señales y ambas volvían a producir respuestas de miedo.

Esto sucede así porque, al parecer, la información que se envía directamente desde el tálamo a la amígdala, aunque viaja a una mayor velocidad, es más tosca y por lo tanto la amígdala, por esta vía, no es capaz de discriminar diferencias entre los estímulos si son muy similares. LeDoux lo ejemplifica diciendo que a través de las proyecciones talámicas, los Beatles y los Rolling sonarían igual para el núcleo amigdalino, mientras que la información que pasa por la corteza, y es procesada por ésta, es más elaborada y por lo tanto, el núcleo amigdalino es capaz de discriminarla con mayor precisión.

Al parecer, una vez que la información del estímulo llega al área cortical por el camino largo, es procesada por la corteza y se dirige hacia la amígdala, pero esta información, a diferencia de la del camino corto, no predispone a la generación de respuestas emocionales sino a evitar respuestas inadecuadas y, de esa forma, a modular la respuesta emocional.

Siendo la modulación de las respuestas emocionales, otra de las competencias de la Inteligencia Emocional, en el próximo post hablaremos de los distintos tipos de talentos o inteligencias y especialmente de la IE, la Inteligencia Emocional.

Fuente: El Cerebro Emocional – 1999 Joseph LeDOux

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Una respuesta a EL CEREBRO EMOCIONAL Parte III: Los procesos cerebrales de la emoción

  1. Capalbo José dijo:

    Exelente informe. GRACIAS!

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